28 de junio de 2017

José Rodríguez Infante: Una parada obligatoria


-Imagen: Círculo Rojo- 

Sinopsis

Estos relatos nacieron porque el azar quiso poner ante mis ojos a una serie de personajes que, sin decir palabra, hablaban por si mismos. No buscaba contar nada concreto, ni pretendía llevar a cabo ningún sesudo estudio etnológico, pero ahí estaban y ante las situaciones en los que me los encontré, me dieron el impulso para que al final fueran ellos mismos quienes escribieran su biografía. Las pasiones que desarrollaron o los valores que pusieron en boga, son fruto de su propia intención de vivir. Como no tengo dotes de pintor, ni de fotógrafo, no pude manchar un cuadro, ni plasmar un retrato; tomé lo que más a mano tenía, la pluma, y dejé que la tinta fluyera a su antojo. Los personajes han cogido sus cartas y se muestran dispuestos a comenzar la partida. Esperan impacientes. Ahora te toca a ti, lector, participar o no de su juego.


«… el motivo de mi visita a esta hora, tan inusual en mí, no es para sorprenderos en vuestro quehacer diario, que de eso no tengo queja alguna, sino para aclarar qué ha pasado en la cámara en las últimas veinticuatro horas, donde, según mis noticias, ha desaparecido un yogur.»


 José Rodríguez Infante despliega su saber, a la hora de escribir estos trece relatos, pues no pierde el hilo, mide el tiempo y lo acopla para que nada falte y nada sobre, despliega su imaginación y fluye en la trama presentándonos personajes y situación de manera limpia y concisa.
  Nos sumergimos en historias que nos harán sonreír, nos aflorará la ternura, la reflexión, el humor, la ironía y hasta participaremos del surrealismo tratado desde la cotidianidad. Nada nos parecerá exagerado o improbable. El autor sabe conducir al lector a ese mundo donde vivir en un contenedor de basura, por ejemplo, se hace normal, o que la Virgen de las Nieves nos cuente su historia desde la mortalidad más que desde la sacralidad y nos saque más de una risa, no ha de ser tarea sencilla si no ha planificado bien la trama y su estructura.


«… fue un pastor, para no variar, que andaba un día por aquí con las cabras y no habían hecho más que depositarme en lo alto de una mata, cuando me vio y como esta es una zona donde nieva con frecuencia, el buen hombre pensó que yo era un copo de nieve que había tomado esa forma, me buscó un recoveco apropiado y, durante un tiempo, tan solo él sabía de mi existencia, hasta que un día, con unas copitas de más, se fue de la lengua, se enteró el cura del pueblo y se presentó aquí con una comitiva que, sin venir a cuento, porque yo estaba más tiesa que todas las cosas, se arrodillaron, lanzaron plegarias al cielo y al grito de ¡la virgen, la virgen! el pastor añadió ¡de las nieves! Y se me quedó el nombre, que a mí no me gusta mucho porque eso delimita mi parcela creativa, pero, ¿qué le vamos a hacer?, los feligreses son así.»


El autor se ha arriesgado con Una parada obligatoria debido a la disparidad y es justamente eso lo que hace que este libro sea ameno junto a lo ya dicho. En cada relato hay un fondo de valores humanos, pero eso os toca a vosotros reflexionarlos si os animáis a leer este libro.
  Por mi parte he disfrutado mucho su lectura y volveré a releer cada relato cada tanto.
  Os lo recomiendo.

Editorial: Círculo Rojo
Nº de páginas: 144
ISBN: 9788490952283
Precio: 13€


24 de junio de 2017

Hoguera

-Imagen Karol Bak-




Si su voz quedó amordazada,
¿quién canta en la alborada?
Desviste su cuerpo de lluvia
y se hace un vestido de plumas.
Se observa en el espejo
y no reconoce la ceniza que refleja.
Sale del enmarañado tiempo
y siente el pulso de la vida.
Abre un cofre y guarda
rostros grises y palabras de navaja.
Al crepúsculo arderá en la hoguera
todo aquello que fue y que no necesita.

Llamas y rescoldos serán adorno,
en el crepitar de la noche,
llevando humo a las estrellas.
Aspirará el olor de la leña
mientras sobrevuela el fuego
que la asesina y renace en este ritual
de la Noche de los Tiempos.
Y se coronará con laurel
alzando su rostro al cielo.

Y después,
sobre la ardiente tierra, nuevas huellas.

-Verónica Calvo-

19 de junio de 2017

Ha muerto un año

-Imagen tomada de la red-
Ha muerto un año
envuelto en la tristeza.
En mis venas un paisaje
que se torna primavera.
Apoyo la cabeza en una nube
y el sol acaricia mis pestañas.
La desgana, el insomnio, las ojeras,
y las vértebras marcadas
son vestigios que el tiempo borrará,
aunque quede el eco del pasado
resonando cada tanto.

Y yo me visto por entera con el campo.
Y perfumo mis cabellos con la mar.
Y en mis huesos los ancestros y sus raíces.

 Quedará lo importante.
                                  El resto será aire.

-Verónica Calvo-

12 de junio de 2017

Japonismo: Tanka (2)





Suave mirada
abanico de encaje
negras pestañas
acarician el aire
con secretos mensajes

-Verónica Calvo-

8 de junio de 2017

José Hierro: El enemigo

-Imagen tomada de la red-

Nos mira. Nos está acechando. Dentro
de ti, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.

Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.

Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata
más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.



De "Cuanto sé de mí" 

4 de junio de 2017

Nick

-Imagen (detalle) Christian Schloe-

Que leen un nick
y la imaginación vuela
saturando los rincones insatisfechos.
Reverbera como un lucero
adornando la eterna noche solitaria.
Nick que se hace nombre. Inspira,
eleva, rescata, revive y resuena.
En sus cuerpos tiembla y desea.

Y no saben quién
tras ese nombre se esconde,
vive, sueña, ofrece o perece.
El deslumbramiento
refleja el vacío, el hastío,
el aburrimiento de la vida,
o su falta de ella.

Y no lo dudes que llegará el día,
y sobre todo la noche,
en que ese nick/nombre 
se haga la más brutal realidad
y no sea ese lucero maravilloso
que inventaron en sus expectativas.
De ahí al desencanto
y, por ende, al drama,
mediará un segundo
y serás responsable subsidiario
de toda la ira que puede habitar
en un corazón humano.


 -Verónica Calvo-