30 de marzo de 2014

Cuentas de fuego




Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste...
-la seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido un diván de delicia.-

Abrir brazos... así todo ser es alado,
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio... más tarde, en el helado
más allá de un espejo como un lago inclinado,
ver la olímpica bestia que elabora la vida...

Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rubor de cielos...
¡Tú me lo des, Dios mío!


(“El rosario de Eros”)



-Imagen: Katia Chausheva-

27 de marzo de 2014

Jeffrey Eugenides: Las vírgenes suicidas



    Hace unos años cayó en mis manos “Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides.
   Lo leí del tirón y pasó a ser uno de mis libros favoritos.
   El argumento puede no resultar atrayente, pero la narrativa es ágil, te involucras en la trama, empatizas con las hermanas Lisbon y acabas reflexionando sobre un tema tan duro como es el suicidio: por qué nadie hace nada cuando hay señales, más que evidentes de lo que se avecina, y sobre todo, qué falla en la sociedad para que tantos adolescentes se suiciden.
   El tema está tratado con crudeza, pero a la vez, es tal la fascinación que ejercen las hermanas sobre un grupo de adolescentes, que hace que te adentres en sus vidas, en su ambiente, y en conocerlas, tratando, pese a que sabes desde la primera página que morirán, de ayudarlas, de hacer algo para que nadie mire para otro lado.
   Los personajes de los adolescentes están llenos de ternura, inocencia y reflexión. Irán evolucionando hasta la madurez dejándonos una buena carga emotiva que hará que las hermanas Lisbon perduren en nuestro recuerdo.

   Sofía Coppola llevó al cine esta historia en 1999.

 
Sinopsis de Anagrama

En menos de un año y medio, las cinco hermanas Lisbon, adolescentes entre trece y diecisiete años, se suicidaron.
Los jovencitos del barrio habían estado siempre fascinados por esas inalcanzables jóvenes en flor, atraídos por esa casa de densa femineidad enclaustrada –la madre era una católica ferviente y moralista que no dejaba que sus chicas salieran con chicos; el padre, profesor de matemáticas dócil y benévolo, aceptaba las muy estrictas normas de su mujer-, y las primeras muertes no hicieron sino ahondar el misterio y el espesor del deseo. Los Lisbon se encerraron cada vez más en sí mismos y en el interior de su casa, y los jóvenes los espiaban desde las ventanas del vecindario, trataban de comunicarse con las hermanas pidiéndoles canciones por teléfono, contribuían al intrincado tejido de rumores, a la creación de mitologías. Veinte años después, aquellos mismos adolescentes, ya en la frontera de la mediana edad, intentan desentrañar el enigma de aquellas lolitas muertas que siguen fascinándolos.


  Y empieza así:

   La mañana en que a la última hija de los Lisbon le tocó el turno de suicidarse –esta vez fue Mary y con somníferos, como Therese-, los dos sanitarios llegaron a su casa sabiendo exactamente dónde estaba el cajón de los cuchillos y el horno de gas y dónde la viga del sótano en la que podía atarse una cuerda. A nosotros nos pareció que, como siempre, salían demasiado lentamente de la ambulancia, mientras el gordo decía en voz baja:
   —Que no es la tele, tíos, aquí no hay que correr.
  Cargado con el pesado respirador y la unidad cardiaca, pasó entre los arbustos, que habían crecido monstruosamente, y cruzó el descuidado césped que trece meses atrás, cuando todo empezó, estaba pulcro e inmaculado.


 ¿Habéis leído este libro? ¿Qué os ha parecido? ¿Pensáis leerlo si no lo habéis hecho?


-Imagen de la red-


21 de marzo de 2014

Día Mundial de la Poesía


Hoy celebramos el día mundial de la Poesía, un día para compartir, de manera especial, versos y noticias.
   Y qué mejor día para dar una buena noticia, que anunciar la publicación de mi poemario, Las pequeñas esencias, editado por 2 de Letras, para el próximo día 26 de abril, sábado, en todas las librerías a nivel nacional.
 Os avisaré del día de la presentación con la ilusión de veros para compartir ese momento tan especial para mí.

17 de marzo de 2014

Con dos grandes: Jorie Graham y Mark Strand





El pasado día 14, se presentó en La casa encendida  de Madrid, el poemario, Rompiente, de la poeta estadounidense Jorie Graham.
   Al acto asistió la autora, junto al poeta canadiense, Mark Strandque actualmente reside en Madrid.
 Junto a ellos, el editor, Pepo Paz Saz, Eduardo Moga, poeta, crítico y traductor, el poeta granadino, Rubén Martín, traductor de este poemario,  y Javier Lostalé, colaborador y crítico de las revistas Mercurio y Turia, que se encargó de la lectura en español del poema que leyó Graham, introduciéndonos en él a través de un mensaje de los indios Hopi, digno de reflexión para actuar en consecuencia.
   He de decir, que escuchar en vivo y en directo, a dos grandes poetas, ambos ganadores del prestigioso premio Pulitzer de poesía, ha sido un privilegio.
   Graham y Strand son reflexivos, de palabra directa, con personalidades de peso, naturales y cercanos en sus expresiones y presentaciones. Son Humildes, en definitiva. Esto hace que sonría levemente recordando a otros autores con un ego desbordado, que no hacen más que alejar al futuro lector de poesía de esta arte menor (menor en número de lectores, me refiero)
   Graham dijo que la poesía norteamericana se ha visto enriquecida gracias a la influencia de poetas españoles, citando a Lorca y a Alberti. Strand, que se presentó con unas humildes palabras, una vez fui poeta, nombró a tres grandes poetas norteamericanos con un estilo propio pero de fácil imitación, que desaparecieron engullidos por sus imitadores, aquí dijo que en el caso de Graham, esto sería imposible, debido a que su estilo es muy personal y difícil de desarrollar.
   Ambas reflexiones me parecen importantes y creo que deberíamos pensar en sus mensajes.
    Una buena velada con el aforo al completo para recordar.

Bucle de retroalimentación positiva

Estoy escuchando en este silencio que precede. Olvida
todo, empieza a escuchar. Punto de inflexión, punto
de ignición,
chimeneas convectivas en los mares que Groenlandia delimita. Hace tiempo hubo allí trueno y
salvas en las cuatro esquinas del horizonte, era la 
                                               guerra.
En el Infierno vacían de arena tus manos, te dicen que las llenes de polvo e intentes
                                               pensar las Aguas Profundas del Atlántico Norte
                                              que asimismo contienen 
aportaciones del Mar del Labrador y arrastres de otras masas de agua, intenta pensar un
                                               colapso completo, en la corriente del Atlántico, en la
                                               circulación termohalina, esto
                                               ocurrirá,
los peces mueren de hambre en la Gran Barrera de Coral, la nueva Era de las Extinciones ha
                                               llegado
                                               dice el silencio-que-precede—no sabes lo que
se acerca, un tiempo
                                               más allá de lo creíble. ¿Quién es uno cuando uno se llama a sí mismo              
                                               uno? Una orquesta se apaga. Tenemos otros planes
                                               para tu verano es la canción. También para tu
invierno. Quizá las esclusas de Isigny
                                               resistan, iré a
                                               verlas
mañana. Aprenderé cuanto hay allí sobre este mi cónyuge, el futuro, aquí en mi
                                               tierra la casa de mis padres, el jardín de
                                               seguir pensando
en ellos, no existe nada más de hecho que el
                                               pasado, cuenta los días cuenta las ciudades que
                                               has
visitado, incluso lo que viene a mantenerte en vela, o el rocío cuando por fin duermes—¿podrás algún
                                               día penetrar en lo extraño, el nombre que es tuyo, que
                                               “es” tú?—
el lugar donde los muertos te abrazan, y puedes sentirlo, el sabor de la
amargura, y querrías hablar por toda tu especie pero
se reirían de ti—los nombres y la especie—hasta el aire enrarecido se reiría es lo que
hace mira—
pluma, ciénaga invisible,
retroalimentaciones positivas—y otra vez las chimeneas, y cómo es que al rayo de sol se lo asimila
                                               libremente, y acaso podía ser de otra forma para
                                               este huésped
                                               nuestro invitado,
nosotros que empezamos como manos, magia de dedos, levantando umbrales nuestros piedra a piedra,
                                               piel desplegada entre la vida y la muerte,
siempre alzando humo para hacer propicia la estrella que podría oscurecerse, compensadla pronto
                                               antes que os mate, piensa más y más en ella,
                                               hasta que tus mismos pies estén
                                               exhaustos no sólo tu
                                               corazón—la
piel, la carne, el calor, la tierra, el grano, el sonido del canto de cada pájaro escuchado a través de los
milenios, las estrategias del otoño para con el invierno, esquirlas de tiempos de ensoñación, belleza
                                               punzante, sí, siempre fuimos
                                               vulnerables a la
                                               belleza, por qué no iba a ser
así—las maravillas del tiempo cuando pasa y las cosas crecen, y los desgarros de la muerte
                                               cicatrizan, y llegan las flores que uno puede
                                               mirar solo
                                               un instante
                                               más, asimilarlas, y la mente
se encuentra insegura otra vez, llama, algo le cuelga la llamada, tal que así, escuchas
                                               cómo el receptor se apaga, la corriente y su final,
                                               un algo más que sonríe en otro lugar de otro mundo,
nosotros en La Gran Agonía otra vez, la hora en que la vida terrestre vuelve a ser casi por completo
erradicada—debemos ser pacientes—debemos esperar—es un
                                               hermoso atardecer, un poco de comida un poco de bebida—
                                               saldremos
al porche y el atardecer vendrá a envolvernos, descarado,
                                               parpadeante, abundante, como si nos descubriera,
todo dentro y fuera debajo del alero, hasta la hierba que parece empujar dentro de este mundo
nuestro como si brotara de
añoranza por él,
                                               reluciente.

Jorie Graham

-Poema extraído de Rompiente y del blog de Rubén Martín-


Una mañana

Me deslizaba como una estrella oscura sobre la inundada mitad
del mundo hasta que, empujado por una urgencia indefinida,
me asomé por la borda y vi un espacio luminoso bajo la superficie,
una tumba llena de luz; por vez primera contemplé el único
y diáfano lugar que nos es dado cuando estamos solos.

Mark Strand


-Imagen: Alexander Jansson-

13 de marzo de 2014

El tiempo


Vino el tiempo.
Y ciñó sobre mis bucles
una insidiosa estrella.
Trajo frío, nieve
sobre mis oscuros cabellos.
Se desbocan los silencios
contra un mar de lágrimas.

Vino el tiempo.
Amortajó una esperanza,
danza ceremonial del pecho.
Cálida brisa de fuego
a mis delgados huesos.
Un clamor a lo lejos,
en el horizonte, duerme un beso.

Vino el tiempo
y acalló los rumores del viento.
Serenó la imagen en el espejo,
y dejó una estela de recuerdos.
Se consumen las voces,
los rostros y sentimientos.
Ya solo queda caminar derecho.

Ah, el don del tiempo,
el piadoso don del tiempo.


Verónica Calvo


-Imagen tomada de la red-

9 de marzo de 2014

Aplausos


   El aplauso es por lo general una recompensa de lo ignoto. Puede sonar aislado o como un coro imponente de palmas. Sobreviene como el ámbar y a veces tiene color de profecía. Puede ser una peligrosa tentación o también un azoro de la humildad.
   Cuando provoca jaqueca o dolor de garganta, es porque no estamos preparados para el rito.
   Si el aplauso es un alrededor, vale la pena alzar el vuelo. No para siempre, por un rato, medir de lejos la eclosión, sin repentina vanidad y sin falsa modestia.
   Como el aplauso viene de las sombras hay que pensar por qué. De todos modos uno los colecciona: cuelga algunos en el corazón y otros en el perchero.
   El aplauso puede ser un mensaje, un empeño, un galardón, pero también una lástima, un golpe de ironía. Puede venir de tres amigos generosos o de un estadio repleto.

   De todos modos, hay que aprender a vivir sin aplausos, o sólo con el aplauso de la conciencia espontánea y veraz.

2 de marzo de 2014

Panero: la poesía


La poesía

... Hay días en que estamos
más desnudos que nunca
y más libres
o con la piel más aérea para la muerte nos sentimos.
Entonces,
de repente
la escritura se hace delgada, y transparente los oídos
y el apagado tacto llega a las raíces.
Nos duele el agua de los arroyos,
nos hieren las alas, nos crucifica el leño de un ciego entre piedras.

Y callamos, como una quemadura
como una corteza arrancada que muestra dentro
su rostro de Rouault leño vivo,
como aquella pasión desnudísima
aquella trágica fijeza del aire,
aquellos labios separados del tronco,
y aquel contado día que el tiempo tuvo hasta la muerte.

("En los oscuro")


La poesía destruye al hombre...

La poesía destruye al hombre
mientras los monos saltan de rama en rama
buscándose en vano a sí mismos
en el sacrílego bosque de la vida
las palabras destruyen al hombre
¡y las mujeres devoran cráneos con tanta hambre
de vida!
Sólo es hermoso el pájaro cuando muere
destruido por la poesía.



("El último hombre" 1984)